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Nagara

Caracolas

Horas

En las horas tempranas,
cuando el jazmín se abre
y las nubes se disfrazan de borregos,
se me antoja añejo el recuerdo de tiempos mejores.
Cuando la vida florece,
mis hojas caen marchitas,
o yo las sesgo sin piedad.

Mi Melancolía

El poema "Me gustas cuando callas" de Pablo Neruda, alguna canción de Sabina, y la melancolía, ah hermosa forma de saberse viva.
Que mi melancolía es una madrugada, el arrullo del mar, una vela de mieel, la lluvia y los labios fríos, una gran ciudad, la sal en la piel, la arena en los bolsillos, el pelo medio recogido, aqueella mirada y aquel olor, una habitación a penas iluminada, la calma, un susurro, un café nocturno y un tequila barato con limón. La lágrima que nace sin saber muy bien por qué, y la sonrisa que se escapa del frío. Un cuento de duendes y gigantes, un diario de la infancia, el primer dibujo, una película.
Melancolía es una noche y un día, es el calor y el invierno.
Ah, dulce y amarga, siempre la podemos acariciar si ponemos un poco de interés.

De Javier Vela

LEVEDAD
Catedrales de arena se erigen a mi paso
y en un golpe de mar a su nada regresan.
Es olvido el latir que revuelve las aguas,
es tiempo este fugaz dolor de la existencia.

VOCES
Oigo un rumor de voces sin origen,
un susurro violento, imprevisible,
que habita en los resquicios del silencio,
en las miradas fijas
de la pared difusa…

Me preguntan quién soy. No respondo.
Acaso desconozco la respuesta,
acaso se me escapa de las manos
como un mar abisal, inabarcable.

Quedamente, las voces se retiran;
mas volverán mañana a preguntarme
quién se esconde detrás de las palabras.

¿Quién te obliga?

¿Quién te dijo que tuvieras que entregar
tu alma, tus sueños, tu almohada,
a ese desconocido que tu pelo,
de noche, enredaba?
¿Quién te obliga a mirarlo,
con esos ojos de lluvia,
mientras duerme su furia
sobre tu pecho cansado?
Eres libre,
(date cuenta)
de decir un "lárgate" cabreado,
de amarte, quererte,
y huir de sus brazos.
¿Quién te dice
que por siempre debes estar a su lado?

Sola

Sola.
Me siento sola, aunque no lo estoy.
Y no soy libre.
Pues para ser libre tendría que estar realmente sola.
Sin familia.
Imagino vidas que no viviré,
por ser cobarde, y no saber vivir.
Hago daño.
Soy egoista.
No, no estoy sola.
Si lo estuviera, no haría daño a nadie.
Asi que por ser cobarde,
no estoy sola, y hago daño.

Quizá.

Quizá ya perdí el juego antes de jugar.
Quizá ya no esté capacitada para amar.
Quizá no es mi momento.
Quizá, de tanto quererlo, me convertí en hielo.
Quizá me arrancaron el corazón.
Quizá me pusieron uno de latón.

Quisiera ser un pez.

( Juan Luis Guerra)
Tengo un corazón mutilado de esperanza y de razón,
pobre corazon que madruga donde quiera.
Ese corazón se desnuda de impaciencia ante tu voz,
pobre corazón que no atrapa su cordura.

Quisiera ser un pez para tocar mi nariz en tu pecera
y hacer burbujas de amor por donde quiera,
pasar la noche en vela, mojado en tí.

Un pez para bordar de corales tu cintura
y hacer siluetas de amor bajo la luna, saciar esta locura...
mojado en ti...

Canta corazón con un ancla imprescindible de ilusión.
Sueña corazón, no te nubles de amargura...
Una noche para hundirnos hasta el fin,
cara a cara, beso a beso, y vivir, por siempre, mojado en tí...

Por qué.

Estaba leyendo a mi querido Pablo Neruda, y de repente me dió uno de mis ataques poéticos y salió esto:

Si yo muriera ahora,
(ay si yo muriera)
te arrepentirías de no haberme estrechado en tus brazos,
de no haber plantado besos en mis sedientos labios.

Querrías romper tus lágrimas en volátiles pedazos,
y llorando,triste y desesperado, gritarías :
Ah, ¿por qué no me atreví?
¿Por qué no la habré amado?

Dejas pasar los días,
hojas que caen manchadas de olvido,
seguro de que mañana seguiré estando.
Pero ah si yo muriera,
¿qué sería de ti si lo hiciera?

Acuchillarías esrellas,
ajado, destrozado,
y con las labios helados pensarías:
¿Por qué perdí el tiempo?
¿Por qué no la he amado?

Yo te entiendo:
juventud, miedos, pasado.
Anclas que te amarran
a la soledad segura de tu refugio.

No te atreves a saltar,
a caer en picado,
(aunque el amor es eso,
amar sin reparos)
como lo hacen las semillas del almendro
antes de encontrar en la tierra su abrazo.

Si yo te entiendo,
claro que lo hago.
Pero ¿y si la Parca viniera a por mi?
¿Y si de repente dejara el cuerpo enterrado?

Silencio.

La noche.

Ah, ¿ por qué no me habrás amado?

Una frase.

"Hace tanta soledad que hasta las palabras se suicidan"

(De una poeta argentina, no recuerdo su nombre)

A veces

A veces sólo se necesita algo tan simple como un abrazo, una caricia o un beso sincero para ser feliz. Algo tan simple y tan difícil de conseguir que la felicidad se antoja lejana y extraña.

India

Esta noche me pregunto, lince de ojos vendados, dónde quedaron aquellas praderas doradas por las que cabalgaba a lomos del corcel negro de crines de miel. Si cierro los ojos puedo notar el viento ondeando mis trenzas, el sol en mi rostro, la velocidad , el trote, la libertad en las manos. Llegaron gigantes de alquitrán que secaron todos nuestros manantiales. Y la tierra se nos está marchando, hermano. Nuestra madre se nos muere. Los peces saben a ceniza, las liebres a carbón quemado. Me pregunto sobre esta pradera de asfalto, si nuestros padres sabían lo que iba a ocurrir. Quizá habrían luchado más.
La semana pasada fui al lugar donde nuestra familia vivió durante siglos. Recordaba que era un prado entre dos montañas. Allí nuestras tiendas formaban un círculo alrededor de la hoguera. A lo lejos recuerdo aquel río guardado entre altos árboles. Vaya, casi puedo tocar, al cerrar los ojos, a nuestro padre, con aquellas plumas y collares que no hacían más que aumentar su grandeza. Aún escucho los cánticos al anochecer, el jugar a atrapar pequeños animalillos, el esperar la caza del día...
Hermano, estaba todavía imaginando el olor a nuestra tierra, cuando, al llegar por carretera, un casino me aplastó. No me lo creía, no pude más que dejar escapar dos lágrimas. Escuché el grito de los pájaros, del cielo y la tierra, y comprendí que habíamos muerto.
Me pregunto, lince de ojos vendados, si olvidaste todo tu pasado al montarte en la vida actual. No, estoy segura que no. No puedes. Llevas en la sangre la vida salvaje, en los cabellos negros tu herencia, en los ojos avispados que hoy te sirven para los negocios, llevas en su fondo el cielo que nos abrigaba, en las manos sé que aún notas los brotes de la primavera. Levántate, grita, desnúdate de las camisas que aprisionan tu raíz, lucha por tu madre que muere a cada instante.
Si no, al menos, los fines de semana, cuando tu negocio te deje respirar, busca en algún rincón de otras tierras un pedazo de la nuestra: un monte, una pradera, un árbol, un río... Y, por un instante, permítete el lujo de sentirte como en casa. Allí me hallarás, sentada sobre el caballo, esperándote para jugar como cuando éramos niños y madre respiraba joven y fuerte.
Lince de ojos vendados, hemos muerto hace mucho tiempo, y tú en parte también. Pero si cierras los ojos, te aseguro que en aquella parte de tu ser que tienes tan olvidada, podrás encontrarnos, y encontrarte a ti también.

Perdida

Perdida.
Entre corales y olas navego sin rumbo.
En el pecho me aprieta la desolación.
¿ Dónde quedó mi brújula ?
¿ Dónde mi estrella polar ?
Sin tierra a la vista,
todo es azul,
todo es mar.
Frío de la noche,día solar,
qué más da todo, si todo es naufragar.

Tangos

Escuchaba tangos a la una de la madrugada , y mientras caían las notas lo hacían sus lágrimas. Sus ojos de miel cuando lloraba se le aclaraban más. Se sentía tan condenadamente perdida e inútil... Ya lo auguró su nacimiento en un eclipse de luna. Desde siempre fue mitad: mitad luz, mitad oscuridad; mitad frío, mitad calor; mitad negrura espesa y mitad colores vivos. Tan capaz era de arrancar una sonrisa como una pena, tanto de transmitir felicidad como pena infinita, melancolía y miles de atardeceres en un solo ser. Mitad y mitad, siempre mitad. Y ninguna mitad que encajase con sus mitades.
Escribía en un cuaderno ya amarillo por el tiempo. Sonaba "S.XX Cambalache", y cerraba los ojos para imaginarse bailando a media luz con algún galán desconocido. Al volver a abrirlos, el colchón se le antojó más vacío que nunca. Siempre escribía en la cama recostada, y lo hacía sólo cuando la mano se movía dejando escapar las palabras del alma. Así era esta vez.
Quiso encontrar su camino sin saber cómo echar a andar. Quiso dar claridad desde su noche. Todo en valde. Ahí se encontraba. Estúpidamente inútil y perdida escuchando tangos de madrugada. Sólo un tango se parecía a su alma. Deseaba ver el sol, y serlo ella para dar calor, reír, provocar la risa, tener colores en las manos y alas en la espalda, dar felicidad, ser faro para los perdidos. Y en cambio, era ella la que lo necesitaba.
Su escritura esta vez era mareada y mal trazada ( escribía diferente según su estado de ánimo) Antes, cuando fue al cuarto de baño a por más papel higiénico, se miró al espejo y se encontró bonita: Los ojos mojados y más de miel clara que nunca, la nariz colorada, mejillas rosadas, labios rojos. Y pensó que hubiera querido tener a alguien a su lado que la abrazara y le dijera "Eres bonita aun cuando lloras" ( pocas veces ella se veía así,creyó irónico el hecho de que fuera en una noche como aquella ) , alguien que no le dijera " Es que eres demasiado tal, o poco no se qué". Alguien que la amara como es, sin más.
Recostada de medio lado escribía sobre lo absurdo de la vida: Tantas personas tristes y ninguna manera de unirlas y hacerlas sentir que no están solas. Ella se incluía. Y no obstante disfrutaba de ese momento de tristeza melancólica. Era en esos instantes cuando escribía con más sentimiento y se sentía más viva. Esos instantes eran más suyos que otros.
Se acabó el último tango del cd, y decidió que era hora de intentar dormir. Antes lloraría un poquito más: Nunca hay que dejar lágrimas dentro, pues se hacen bolas imposibles de arrancar.

El viento.

- Pero, ¿cogíste algúna vez una nube?
- No, pero lo intenté un par de veces.
- ¿Y qué ocurrió?
- Que salieron corriendo. Pero sí cogí una vez el viento.
- ¿En serio?
- En serio. Era una tarde de Abril, y había viento del sur. Ya sabes, húmedo, del mar. Me subí a la barandilla de la Caleta, extendí las manos hacia delante,las abrí muy bien. Y entoces el viento se apoyó en mi mano derecha delicadamente, casi con temor. Dándo círculos en mi palma. Con la izquierda lo tapé. Tuve la tentación de llevármelo a casa, pero cuando alcé la vista vi que sin el viento el mar estaba tranquilo, no había brisa, y el sol caía sobre la tierra de forma asfixiante. Así que lo volví a soltar. Juguetón me revolvió el pelo, luego me acarició la cara y volvió a sucar el mar.
- Vaya. ¿Podré yo algún día cogerlo?
- No lo sé. Hay que ser muy especial.
- ¿Crees que lo soy?
- ¿Lo crees tú?

Se oculta Luna.

Se oculta la Luna hoy.

(Se oculta)

Está cansada de estar.

(Y se oculta)

El sol le hace sombra.

(Está cansada)

Se oculta.

(Descansa Luna, descansa)

Por una noche descansa la Luna.

Huir, soñar, volar.

Quizá allá, en la frontera del fin del mundo, el espíritu pueda emprender el vuelo, sin que nada lo estorbe, sin que nada lo amarre.
Puede que nada le duela y un gran abrazo de amor lo atrape, haciéndole olvidar todos los momentos de soledad y angustia.
Pero acá, el frío congela el corazón y lo hace estremecer de dolor.
Huir, soñar, volar.
Dormir, pues al fin y al cabo, dormir es la manera más fácil de soñar, o de no vivir, que es volar y huir.

Amor, de tarde.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso en diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

(MARIO BENEDETTI)

Soledades

Ellos tienen razón
esa felicidad
al menos con mayúscula
no existe
ah pero si existiera con minúscula
sería semejante a nuestra breve presoledad

después de la alegría viene la soledad
después de la plenitud viene la soledad
después del amor viene la soledad

ya sé que es una pobre deformación
pero lo cierto es que en ese durable minuto
uno se siente solo en el mundo
sin asideros
sin pretextos
sin abrazos
sin rencores
sin las cosas que unen o separan

y en esa sola manera de estar solo
ni siquiera uno se apiada de uno mismo

los datos objetivos son como sigue

hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos
una frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos

claro que la soledad no viene sola

si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades
se verá un largo y compacto imposible
un sencillo respeto por terceros y cuartos
ese percance de ser buena gente.

después de la alegría
después de la plenitud
después del amor
viene la soledad

conforme
pero qué vendrá después de la soledad

a veces no me siento tan solo
si imagino
mejor dicho si sé
que más allá de mi soledad y la tuya
otra vez estás vos
aunque sea preguntándome a solas
qué vendrá después de la soledad.

(MARIO BENEDETTI)

Batallas lejanas.

- Princesa, la amo, déjeme acompañarla y protegerla.
- No diga tonterías caballero.
- ¿Por qué no me cree?
- Todo ha cambiado. Los cíclopes han tomado el poder, han arrasado con los campos, estan matando, e incluso los minotauros se han visto obligados a servirlos.
- No me importa, princesa. Mi amor sobrevive a todo esto.
- Ah, déjelo ya, no me llame más princesa. Hace lunas que perdí el trono, asesinaron a mi padre, ya no tengo joyas, ni vestidos, ni sedas. Míreme, apenas me cubro con harapos.
- Yo la sigo viendo tan bella como siempre.
- ¿Y el olor? ¿la mugre de esta celda?
- A su lado sólo huelo a rosas.
- Por favor, pare ya. Ni siquiera sabemos cuánto tiempo estaremos vivos.
- Entiendo. Mi amor no es correspondido, ¿no es cierto?
- No comprende. Desde el primer momento que apareció en la corte, me enamoré de usted. Pero ahora es distinto. No hay tiempo para amar. Mi pueblo sufre, y yo debo intentar hacer algo.
- No sea ingenua ni temeraria. No puede hacer nada.
- ¿Me dice que sólo me puedo rendir, aguantar, ver morir a mi gente, acostumbrarme a estar en esta celda, a no oir los llantos, a olvidarme que una vez fuimos libres?
- Quizá sea lo mejor.
- Ay caballero, me decepciona.
- Princesa, esto no es ir de cacería con su padre, ni el esgrima, ni cabalgar sobre rinocerontes. Su padre no querría que fuera tan alocada. Esto es causa perdida.
- No me tome por estúpida. Pero prefiero morir luchando, antes que rendirme. Y usted debiera pensar de igual modo. ¿Acaso no luchó usted en cientos de guerras?
- Sí, pero todas humanas, en las que había alguna posibilidad de ganar. Esto es suicidio, no guerra.
- ¿ A si que si no sabe que va a ganar no lucha? Eso es cobardía.
- No dije eso. Si hay alguna posibilidad de ganar, se lucha. Además, ¿qué pretende hacer? ¿arañar a los cíclopes?
- Me está faltando al respeto con su ironía. Mi padre fue un gran maestro, y me enseñó lo que parece que usted no ha aprendido en tantas luchas. Si me jura obediencia y fidelidad, le contaré lo que voy a poner en marcha.
- No dude de mi fidelidad, pues a su padre lo serví durante 15 años. Pero obediencia no puedo, pues usted casi no salió de palacio, y yo en cambio vi muchas batallas. No puedo dejarla a una muerte segura.
- Entonces no podré decirle nada. Usted ejercitó las armas, pero yo la mente. Pero si no me sigue, iré yo sola con este plan adelante.
- De acuerdo. Haré lo que me pida, pues se bien que no podría detenerla, y su padre no querría que la dejara sola.Pero debe saber, que si en algún momento usted corre peligro, la apartaré inmediatamente de la batalla.
- Algo grande va a ocurrir,estos días van a acabar. Le agradezco su protección. Si yo muriera, dudo que alguien tuviera la iniciativa de cambiar esto. Me necesitan viva.
- Entonces, cuénteme lo que tiene pensado.
- Escuche.

Caes.

Se amontonan en tus poros el pólen de las flores muertas
y en tus pestañas navegan las libélulas plateadas.
Pero mira, mira, mira, que tus labios se secan
mientras caes al pozo oscuro.
Pero suéltate y lánzate a la muerte que te espera
con su boca ávida de sangre.
Las miradas de miel se perdieron hace tiempo
entre los caminos que van al bosque.
Jamás saboreaste el pan del sol
ni el azúcar de las estrellas.
Pero deja ya de cantar sobre la arena y déjate caer,
que la muerte te espera con su boca ávida de vida.
Me miras, y sonríes mientras abres tus manos y caes.
Caes.