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Nagara

Tangos

Escuchaba tangos a la una de la madrugada , y mientras caían las notas lo hacían sus lágrimas. Sus ojos de miel cuando lloraba se le aclaraban más. Se sentía tan condenadamente perdida e inútil... Ya lo auguró su nacimiento en un eclipse de luna. Desde siempre fue mitad: mitad luz, mitad oscuridad; mitad frío, mitad calor; mitad negrura espesa y mitad colores vivos. Tan capaz era de arrancar una sonrisa como una pena, tanto de transmitir felicidad como pena infinita, melancolía y miles de atardeceres en un solo ser. Mitad y mitad, siempre mitad. Y ninguna mitad que encajase con sus mitades.
Escribía en un cuaderno ya amarillo por el tiempo. Sonaba "S.XX Cambalache", y cerraba los ojos para imaginarse bailando a media luz con algún galán desconocido. Al volver a abrirlos, el colchón se le antojó más vacío que nunca. Siempre escribía en la cama recostada, y lo hacía sólo cuando la mano se movía dejando escapar las palabras del alma. Así era esta vez.
Quiso encontrar su camino sin saber cómo echar a andar. Quiso dar claridad desde su noche. Todo en valde. Ahí se encontraba. Estúpidamente inútil y perdida escuchando tangos de madrugada. Sólo un tango se parecía a su alma. Deseaba ver el sol, y serlo ella para dar calor, reír, provocar la risa, tener colores en las manos y alas en la espalda, dar felicidad, ser faro para los perdidos. Y en cambio, era ella la que lo necesitaba.
Su escritura esta vez era mareada y mal trazada ( escribía diferente según su estado de ánimo) Antes, cuando fue al cuarto de baño a por más papel higiénico, se miró al espejo y se encontró bonita: Los ojos mojados y más de miel clara que nunca, la nariz colorada, mejillas rosadas, labios rojos. Y pensó que hubiera querido tener a alguien a su lado que la abrazara y le dijera "Eres bonita aun cuando lloras" ( pocas veces ella se veía así,creyó irónico el hecho de que fuera en una noche como aquella ) , alguien que no le dijera " Es que eres demasiado tal, o poco no se qué". Alguien que la amara como es, sin más.
Recostada de medio lado escribía sobre lo absurdo de la vida: Tantas personas tristes y ninguna manera de unirlas y hacerlas sentir que no están solas. Ella se incluía. Y no obstante disfrutaba de ese momento de tristeza melancólica. Era en esos instantes cuando escribía con más sentimiento y se sentía más viva. Esos instantes eran más suyos que otros.
Se acabó el último tango del cd, y decidió que era hora de intentar dormir. Antes lloraría un poquito más: Nunca hay que dejar lágrimas dentro, pues se hacen bolas imposibles de arrancar.

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