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Nagara

Batallas lejanas.

- Princesa, la amo, déjeme acompañarla y protegerla.
- No diga tonterías caballero.
- ¿Por qué no me cree?
- Todo ha cambiado. Los cíclopes han tomado el poder, han arrasado con los campos, estan matando, e incluso los minotauros se han visto obligados a servirlos.
- No me importa, princesa. Mi amor sobrevive a todo esto.
- Ah, déjelo ya, no me llame más princesa. Hace lunas que perdí el trono, asesinaron a mi padre, ya no tengo joyas, ni vestidos, ni sedas. Míreme, apenas me cubro con harapos.
- Yo la sigo viendo tan bella como siempre.
- ¿Y el olor? ¿la mugre de esta celda?
- A su lado sólo huelo a rosas.
- Por favor, pare ya. Ni siquiera sabemos cuánto tiempo estaremos vivos.
- Entiendo. Mi amor no es correspondido, ¿no es cierto?
- No comprende. Desde el primer momento que apareció en la corte, me enamoré de usted. Pero ahora es distinto. No hay tiempo para amar. Mi pueblo sufre, y yo debo intentar hacer algo.
- No sea ingenua ni temeraria. No puede hacer nada.
- ¿Me dice que sólo me puedo rendir, aguantar, ver morir a mi gente, acostumbrarme a estar en esta celda, a no oir los llantos, a olvidarme que una vez fuimos libres?
- Quizá sea lo mejor.
- Ay caballero, me decepciona.
- Princesa, esto no es ir de cacería con su padre, ni el esgrima, ni cabalgar sobre rinocerontes. Su padre no querría que fuera tan alocada. Esto es causa perdida.
- No me tome por estúpida. Pero prefiero morir luchando, antes que rendirme. Y usted debiera pensar de igual modo. ¿Acaso no luchó usted en cientos de guerras?
- Sí, pero todas humanas, en las que había alguna posibilidad de ganar. Esto es suicidio, no guerra.
- ¿ A si que si no sabe que va a ganar no lucha? Eso es cobardía.
- No dije eso. Si hay alguna posibilidad de ganar, se lucha. Además, ¿qué pretende hacer? ¿arañar a los cíclopes?
- Me está faltando al respeto con su ironía. Mi padre fue un gran maestro, y me enseñó lo que parece que usted no ha aprendido en tantas luchas. Si me jura obediencia y fidelidad, le contaré lo que voy a poner en marcha.
- No dude de mi fidelidad, pues a su padre lo serví durante 15 años. Pero obediencia no puedo, pues usted casi no salió de palacio, y yo en cambio vi muchas batallas. No puedo dejarla a una muerte segura.
- Entonces no podré decirle nada. Usted ejercitó las armas, pero yo la mente. Pero si no me sigue, iré yo sola con este plan adelante.
- De acuerdo. Haré lo que me pida, pues se bien que no podría detenerla, y su padre no querría que la dejara sola.Pero debe saber, que si en algún momento usted corre peligro, la apartaré inmediatamente de la batalla.
- Algo grande va a ocurrir,estos días van a acabar. Le agradezco su protección. Si yo muriera, dudo que alguien tuviera la iniciativa de cambiar esto. Me necesitan viva.
- Entonces, cuénteme lo que tiene pensado.
- Escuche.

2 comentarios

Nagara -

Pues pura coincidencia. No me he leido ese libro. :)

Susana -

:-) Me recordó a un pasaje de Los Pilares de la Tierra, cuando encuentran a Aliena con su hermano en la torre del castillo.

Un beso Nágara