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Nagara

Huir, soñar, volar.

Quizá allá, en la frontera del fin del mundo, el espíritu pueda emprender el vuelo, sin que nada lo estorbe, sin que nada lo amarre.
Puede que nada le duela y un gran abrazo de amor lo atrape, haciéndole olvidar todos los momentos de soledad y angustia.
Pero acá, el frío congela el corazón y lo hace estremecer de dolor.
Huir, soñar, volar.
Dormir, pues al fin y al cabo, dormir es la manera más fácil de soñar, o de no vivir, que es volar y huir.

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