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Nagara

Argumento de un maltratador

La maté, si. No lo pretendía pero la verdad es que se lo merecía. Traté de enseñarle a comportarse desde que nos casamos, porque si era mi mujer debía aprender a vestirse, a cuidar la casa, a hacer la comida... vamos, lo normal en una mujer. La muy ingrata nunca me dio las gracias. Otro la hubiera mandado a la mierda a la primera de cambio, pero yo no. No. Yo cada vez que se portaba mal la castigaba con algún bofetón o empujón, nada del otro mundo. Pero la imbécil sólo lloraba y lloraba pidiéndome perdón, aunque nunca aprendía. Se que su limitado cerebro de mujer le costaba aprender las pautas correctas, pero yo nunca perdí la esperanza!!. Recuerdo un día que se portó muy mal. Iba por la calle de camino a casa tras un día agotador de trabajo, cuando me la vi mirando un escaparate. La muy puta llevaba una falda por las rodillas y una camisa que dejaba ver su cuello. Mira que se lo dije: no vayas provocando, que ya eres mía. Pero no, no aprendía. Para colmo llevaba la bolsa de la compra aún. Ni siquiera sabía tener la comida a punto para cuando yo llegara!! La cogí del brazo y la llevé a casa , no sin dejar de escuchar sus estúpidos lloros y moqueos. Le di una soberana paliza para que aprendiera. Tuve que tener cuidado. Le advertí que usara camisas de manga larga y pantalones para disimular los golpes. Evidentemente en la cara no le hice nada. Yo si soy inteligente.
A los dos años nació nuestro primer hijo. La muy zorra no supo no quedarse embarazada. Lo hizo por venganza, ya que siempre se resistía a follar. Y yo sé por qué. En la cama dejaba ver lo puta que era. Le gustaba que yo la dominase. Aunque una vez me cabreé porque hizo algo que yo no le había enseñado. Creí que había estado con otro y le pegué. Después mi madre me dijo que había estado con ella toda la tarde, así que no pudo engañarme. Da igual, así aprendió por si acaso. El caso es que cuando nació el niño me dejó de lado. Siempre estaba cansada, (o eso decía). Y el enano llorando, moqueando, pidiendo comida... Dios, era como una prolongación de ella. Más de una vez estuve a punto de pegarle una paliza a él también. Si no lo hice fue porque tendría a los defensores del menor dándome el coñazo cada dos por tres.
Al año siguiente nació la niña. Y las molestias se duplicaron. Por quedarse embarazada de nuevo otro castigo le tuve que dar. La inútil no sabía controlar su coño.
Tres años más tarde, cuando más o menos ya la tenía domesticada, de nuevo se pasó dela raya, y esta vez demasiado. Cogí el ascensor , y cuando llegué a mi puerta no me lo podía creer: Ahí estaba mi mujer, en el umbral, hablando con un vecino!! Le di un empujón al hombre, y entré en casa soltando el maletín y cogiéndola del brazo. Me lloraba , me suplicaba, y me decía cosas tan inverosímiles como que sólo le había pedido sal. Qué estupidez.¿Acaso pensaba que yo no sabía que lo iba a meter en casa para follárselo? No pude más, la metí en la cocina y descargué mi furia. Cuando me tranquilicé ya era demasiado tarde. Yacía inerte en un charco de sangre. No recuerdo haber cogido el cuchillo, pero debió ser así.
Ya ve señor juez, que mis argumentos son de peso. La muy puta me sigue dando problemas incluso muerta.

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