Blogia
Nagara

Miedo.

Miedo. Miedo a la muerte de un ser querido. Ser que durante 7 años a compartido penas, alegrías, aburrimientos, fiestas, soledades, compañías, lágrimas, risas... Un bulto debajo de un pecho. Un bulto que no parece de grasa. Un bulto que puede ser el principio del fin. Y miedo. Mucho miedo. Pues nunca he perdido a nadie querido. Y nunca tan querido como ella. Pruebas, y pruebas, operaciones, esperas... Y miedo. Mucho, mucho miedo. Ahora me acuerdo de cuando de pequeña rezaba. A veces parecía que funcionaba, y otras muchas me sentía ignorada. Cuando funcionaba juraba no volver a desconfiar, y cuando no surtía efecto perdía toda fe. Los años, los conocimientos, la ciencia, hicieron que dejara de rezar para siempre. Ahora, en estos momentos, desearía creer, creer de verdad y poder rezar. Aferrarme a una esperanza sobrenatural, a algo que salve una vida,o la prolongue algunos años más. Pero no encuentro esa fe.
Miedo, miedo que se apodera de mi interior aunque lo camufle.
Nunca supe si rezar sirvió de algo. Ahora no se rezar.

0 comentarios