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Nagara

... Y Norah Jones éra cómplice.

Sonaba Norah Jones en el salón de un piso donde se cocinaba esa noche la pasión vestida de amor. Él estuvo toda la noche preparando el lugar: poca luz, algo de vino, mucho cariño... Ella estuvo todo el día nerviosa eligiendo vestido.
Él le acariciaba el cuello con los dedos ahora que estaban en el sofá. Ella sonreía mirándolo a los ojos. El acercamiento de dos tempestades en calma juntándose en un beso húmedo y deseado.Sus manos tomaron forma de ambos cuerpos mientras la ropa iba cayendo despacio. Dos cuerpos desnudos amándose en silencio y despacio, muy despacio, para saborear cada instante de aquel momento mágico. Se miraban a los ojos, sonreían mientras sus lenguas se entrelazaban. Caricias, besos, sonrisas, milagros que llegaban hasta el centro mismo del universo. Dos seres unidos en uno solo. La noche paró, se hizo eterna mientras ambos alcanzaban el paraiso abrazados. Abrazados como amanecerían, en la isla del amor. Y Norah Jones fue cómplice.

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