En el cole.
Bajo el uniforme del colegio la niña llevaba un vestido de princesa,y en vez de lápices una varita mágica que convertiría en sapos a los niños que se metían con ella y la hacían llorar. En los cuadernos pócimas mágicas, y en los recreos miles de historias que contar. Metida en su mundo de fantasías el dolor de afuera no la podía alcanzar. Al llegar a casa se metía en su cuarto, en su palacio de cuentos, donde una golondrina le traería flores del lejano oriente, flores con las que haría un amuleto para luchar contra el miedo y la soledad. Al día siguiente a las ocho de la mañana volvía al mundo de monstruos y bestias, donde las varitas mágicas no le funcionaban nunca, y donde era inevitablemente vulnerable.
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